Las reservas internacionales de Bolivia han experimentado una fuerte disminución desde 2013, reflejando cambios en el entorno económico y en la política de manejo de reservas del país.

En 2013, el total de reservas internacionales alcanzaba los 14.000 millones de dólares, con una gran proporción en divisas y oro. Durante los siguientes años, las reservas se mantuvieron relativamente estables, aunque con una tendencia a la baja debido a la reducción de ingresos por exportaciones y un mayor gasto público.

A partir de 2015, la caída de las reservas se acentuó, con una pérdida progresiva en las divisas disponibles. En 2020, la pandemia de COVID-19 impulsó una ligera recuperación en el valor del oro, pero esto no detuvo la reducción general del total de reservas, que para 2021 ya se encontraban por debajo de los 5.000 millones de dólares.

El año 2023 marcó una crisis en las reservas, con valores cayendo hasta cerca de 1.600 millones de dólares en octubre, reflejando una grave escasez de divisas y la posible venta de reservas de oro. Sin embargo, en 2024 se observa una leve recuperación, con reservas cercanas a los 2.000 millones de dólares en diciembre, aunque aún lejos de los niveles de años anteriores.

Este panorama evidencia la creciente fragilidad de la economía boliviana en términos de liquidez internacional, la disminución de divisas disponibles y la necesidad de medidas urgentes para fortalecer la estabilidad macroeconómica.